Suena el despertador y el cerebro empieza a preocuparse: “Ya hay que despertarse ¡¡y nos comimos todo el azúcar!!”. El cerebro descubre la gravedad de la situación cuando una persona decide (equivocadamente) evitar el desayuno porque quiere bajar de peso con una dieta.
La realidad es que quien no desayuna se está engañando: se come sus propias proteínas, se auto devora. La consecuencia es la pérdida de los músculos y colágeno.
Lo peor ocurre cuando llega la tarde justo antes de quedarnos totalmente sin azúcar. El cerebro antes de perder los ahorros de energía decide provocar intensos ataques de hambre y aumento del
apetito.
Esto hará que sintamos deseos por consumir alimentos dulces y sin poder evitarlo, las personas empiezan a comer con ansiedad todo lo que encuentran a su paso, lo cual les generará un aumento de
peso.
Lo ideal es que las personas desayunen antes de que hayan pasado una hora desde que se levantaron. Con esta sencilla, pero efectiva práctica, su metabolismo mejorará y se sentirán más satisfechos
y con más energía para emprender su jornada laboral.
Falta de desayuno en mujeres
El hecho de saltarse el desayuno por no tener tiempo o por creer que así se podrá bajar de peso, genera las siguientes reacciones en el organismo femenino:
- Aumento de la grasa en el abdomen
- Cansancio y dolores musculares
- Caída de cabello de raíz grasosa
- Aparición de más vellos y acné
- Abortos en el primer trimestre e infertilidad
- Ansiedad por comer carbohidratos
Hombres sin desayunar
- Aumento de la grasa del abdomen
- Ronquidos al dormir (apnea del sueño)
- Colesterol y triglicéridos altos
- Verrugas en el cuello y las axilas
- Retención de líquidos
- Insomnio y dolor de cabeza
Recuerda que debes alimentarte cinco veces al día. Tres comidas principales y dos colaciones ligeras como una fruta mediana o un yogur bajo en grasa. Tu cuerpo te lo agradecerá y tu estado anímico mejorará.
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